LAS LETRAS DE EVA
Marjorie Reyes D'seano |
Eva López Robinson
Te escribí muchas cosas a lo largo de nuestra amistad, a través de la cual aprendí a conocerte un poco cada día, y estoy aquí para ratificar cada una de mis palabras, como algunas que dejé para ti un 14 de febrero:
“… No importa cuántos errores lleve esta hoja, podré equivocarme en alguna letra, pero no en el contenido de cada palabra, porque aquí, sentada en la terracita, sintiendo la tibia brisa, obsequio de Dios, puedo imaginar tu corta figura tan querida, enfundada en ropa de casa, con los anteojos calados sobre la nariz, rodeada de pájaros y plantas, sonriendo a la vida, que es una de las cosas más admiradas por mí en tu persona… en realidad eres mi hermana, a quien puedo abrir el corazón y llorar frente a sus ojos, la que no censura mis errores ni me reprocha sus consecuencias y en cambio, siempre me alienta colocándome en una nube hasta donde quizá no puedo subir … amo tu ambiente y tu cabecita gris, la casita de madera, los nanches cuando golpean las láminas y el aletear de las aves revoloteando sobre los árboles; tus loros parlanchines y todo aquello que significa: MARJORIE …
A veces, en mi soledad, he pensado con tristeza lo que sería para mí verte partir hacia donde no hay retorno, y me duele mucho la sola idea de que te conviertas en un recuerdo… pensar en ir por tu calle y encontrar un pesado silencio en esa casita donde todos los ruidos actuales hablan de alegría, de una juventud que pudiste atrapar, porque eres joven, quizá más que yo… Pero no deseo ensombrecer este día, más necesitaba decirte lo que significas para mí; yo sé que no eres muy afecta a las muestras de cariño, pero muchas veces siento deseos de abrazarte, besarte y decirte que te quiero mucho, porque me has dado un apoyo invaluable, la solidaridad de una hermana, el consejo de una madre, la comprensión de una amiga”…
Y si, querida Yoyi, hace 10 años escribí lo que hoy te ratifico, aunque algo sí cambió, el sentimiento al verte volar a otra región; no siento tristeza, porque tú estabas preparada para irte y veías la muerte como el vehículo de transporte al encuentro de tus padres… y en esa tarde, desde el vagón que abandonaste el dia anterior, en tu última estación, te dijimos hasta pronto todos tus amigos, montados en el tren de la existencia que compartimos por tantos años. Algún dia, sé que cuando me toque hacer la última parada, estarás ahí para recibirme, con todos los seres queridos que ahora mismo estarán de fiesta por tu arribo.
No he llorado Yoyi, fisicamente, como lo pediste un día, cuando me dijiste que ya era tiempo de partir pero Dios no te dejaba y tú serías feliz tomando la senda de regreso a la verdadera casa de tu origen… ahora ya estás ahí, descansa en paz . Extrañaré tu espacio lleno de calidez, plantas, flores, el mundo añejo entre las viejas tablas que guardaban un no sé qué atrayente, creador de tardes maravillosas, de charlas interminables, de vino tinto, café o rompope, del incansable parlar de Beto y Hugo, tus viejos loros... Dime… ¿cómo olvidar un tesoro así? Prefiero retomarlo de vez en vez, imaginar tu fantasmal figura frente a la puerta y alegrarme, porque finalmente, ahí andarás, entre nosotros, incansable viajera, de la vida, del tiempo, atrapada ahora en una nube que en lo alto con su destello nos hablara de tu presencia… Feliz retorno a casa, feliz 14 de febrero, feliz cumpleaños… Feliz eternidad, por siempre amiga.
Acayucan/ Febrero 7 /2014.