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Cuidado con los vecinos

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•Entre más lejos, mejor
•Los vecinos famosos

Luis Velázquez /Diario de un reportero
 
Veracruz. 15 de febrero de 2014.-DOMINGO Amistades peligrosas. El cronopio, que ha vivido siete décadas, a punto de entrar a la octava, lo sabía.

Sabía, por ejemplo, que cada quien en la vida suele tener vecinos amables y generosos, solidarios.
Pero al mismo tiempo, otros vecinos, de quienes, ni hablar, cada familia necesita cuidarse.
Fue, por ejemplo, el caso del reportero Gregorio Jiménez, secuestrado y asesinado, mutilado de la lengua, decapitado y sepultado en una fosa clandestina.
Y fue el caso porque la procuraduría de Justicia ha dicho su verdad: una vecina ordenó su ejecución.
Y una vecina, la dueña de una cantina, que pagó 20 mil pesos a los seis sicarios que han sido detenidos.
Por eso el cronopio ha llegado a la siguiente conclusión (¡ah qué descubrimiento!): porfis, que cada ciudadano, cada lector… se cuide de los vecinos.
Un (presunto) homicida lo estaría vigilando. A la expectativa de sus pasos. Hurgando en sus conversiones privadas y telefónicas. Checado sus días y noches.
Y porfis, porfis, porfis, cuídese cada quien en el trato vecinal. Acuérdese, en boca cerrada nunca entrarán las moscas. Si acaso, papalotearán. Pero de inmediato buscarán otras mieles.
LUNES
Podredumbre humana
El cronopio sólo espera que ningún lector, ningún ciudadano tenga una bronca con un vecino. Peor tantito, con una vecina tipo María Teresa, llamada de forma cariñosa “Mamá Teresa”, la mismita que contratara a unos sicarios para secuestrar y matar a Gregorio Sánchez.
Vea usted la saña cuando se tiene una vecina así:
Uno. Pagó 20 mil pesos por el plagio y crimen del reportero.
Dos. Los sicarios le cortaron la lengua, lo decapitaron, lo asesinaron y lo sepultaron en una fosa clandestina.
Tres. Y lo sepultaron en fosa clandestina al lado de dos secuestrados más de quienes el reportero había publicado unas informaciones en la página policiaca por sus ligas con el mundo sórdido.
Cuatro. “Mamá Teresa” dice la procuraduría (otra cosita dicen los hijos de mamá Tere) pagó 20 mil pesos.
Y si al día de hoy van seis detenidos (cinco, descartando a la autora intelectual) significa, entonces, que entre los cinco se repartieron los 20 mil pesos y les tocaron 4 mil pesos.
¡Caray, hasta dónde hemos llegado!
¿Matar… por 4 mil pesos?
¿Tan canijo está el desempleo, el hambre, la miseria, la necesidad, digamos, de llevar dinerito a casa?
¿O tan canija está la podredumbre humana?
De ñapa, todavía el procu anuncia que buscan a más sospechosos.
Y de ser así, ¿entonces cuánto habría cobrado cada uno?
MARTES
Durmiendo con el enemigo
Por eso, mucho, muchísimo cuidado con los vecinos.
Acuérdese: un dicho popular dice que a veces se “duerme con el enemigo”.
Otro que “más vale malo por conocido que bueno por conocer”.
Otro… “que caras vemos y corazones ignoramos”.
Otro… que “los únicos traidores en la vida son los amigos, porque los enemigos… enemigos son”.
Otro… que “si Jesús tuvo un Judas, más los pobres mortales”.
En fin, de acuerdo con la procuraduría de Justicia de Veracruz, dice el cronopio, los peores seres humanos en la vida son los vecinos.
Por eso, ene millón de veces vender todo y quemar las naves en la tierra e irse a vivir a Marte, ahora que en Estados Unidos ofrecen el llamado “viaje sin retorno” para convertirse en los primeros pobladores de otro planeta.
O trasladarse a vivir a la selva, siguiendo los pasos de Tarzán y Jane, y/o al fondo del mar como dice la canción de los marinos.
MIÉRCOLES
Manual del buen vecino
El siguiente podría ser un Manual de Urbanidad y Buenas Maneras para cohabitar con los vecinos:
Regla uno: evite, hasta donde más pueda, a los vecinos. Si acaso, acaso, acaso, un saludito con la mitad de una sonrisa.
Regla dos: nunca acepte invitación de un vecino a tomar los alimentos. Preferible inventar un familiar enfermo. Y el día de la comida salir de la ciudad.
Regla tres: jamás, ni por equivocación, pida usted al vecino un compadrazgo. Es el peor error vecinal.
Regla cuatro: nunca organice pachangas en el patio de su casa, atracones en la sala de su casa, y menos en la noche, porque el vecino puede molestarse por el ruido, argumentando insomnio. Mejor contrate un restaurante, pues el vecino puede revirarle de igual forma que “Mamá Teresa”.
Regla cinco. cuando salga de la cochera y se tope, al mismo tiempo, con el vecino saliendo en el automóvil de su estacionamiento, hágase tonto. Ene millón de veces preferible que le digan un amargado, un desgraciado, a entablar amistad. Puede convertirse en un peligro.
Regla seis. prohíba a la señora de la casa, a la trabajadora doméstica, pedir a la vecina un tomatito, unas tortillitas, un cerillito, una lamparita en una emergencia, porque será el boleto de entrada a su casa. Y si entran a la sala, al ratito se meterán en la recámara. Y lo peor, en sus vidas.
Si el lector quisiera agregar otras reglitas, las anteriores servirán de punto de partida.
JUEVES
Entre más lejos, mejor
El cronopio ha vivido en once casas a partir de su matrimonio con la mancuspia. Y ha tenido a vecinos distantes, entendiendo que “la amistad entre más lejos, mejor”.
También, y por fortuna, ha tenido excepciones con buenos vecinos, tiempos aquellos cuando aún empinaba el codo y amanecía con ellos contando los cascos de las botellas de licor en un rincón, hablando de todo y de nada, componiendo y descomponiendo más el mundo, echando relajo.
En otros casos, los vecinos han pasado como en un carrusel de caballitos en la fiesta aldeana, sin dejar recuerdos en la memoria, como si nunca hubieran existido, y cuyos nombres, incluso, ha olvidado.
Por fortuna, nunca cayó en la tentación de una aventura carnal con una vecina, mujer prohibida oliendo a pecado.
Y, por tanto, llevó la fiesta en paz.
Con otros vecinos, con quienes los días y las noches fueron ríspidos, también mejor ni acordarse, pues  también, claro, y por desgracia, hubo mamás Teresas.
Claro, si el lector tiene buenos vecinos, vecinos a prueba de bomba, cuídelos. Riegue el jardín. Todos los días. Con los pretextos que pueda. En un trato de iguales. Respetuoso y digno.
VIERNES
Vecinos famosos
Hubo en Veracruz unos vecinos famosos. El (ex) gobernador Miguel Alemán Velasco y el capo José Albino Quintero Meraz, preso en el penal de alta seguridad de Almoloya de Juárez por delitos contra la salud. Fraccionamiento Costa de Oro. Boca del Río.
Durante seis años fueron, digamos, vecinos distantes. El góber nunca, jamás, se afirmó, tuvo conocimiento. Nunca, pues, su jefe de escoltas, el capitán Alejandro Montano Guzmán, secretario de Seguridad Pública, lo detectó.
Quintero Meraz, por supuesto, siempre lo supo. Imagine el lector el beneficio de un vecino hijo de un presidente de la república.
Una mañana, al final del sexenio, un general haciendo ejercicio pasó por ahí y miró una camioneta. Se preguntó si sería del góber, digamos, de la escolta. Y dudó. Y sin más, se acercó.
Y al pasar junto a la unidad móvil asestó un manotazo con el puño cerrado y detectó que estaba blindada. Y husmeó.
Minutos después llamó  a la zona militar de La Boticaria y ordenó un dispositivo para llevarse la camioneta.
En el inter algo sucedió, porque cuando los soldados llegaron la residencia estaba vacía. Y se inició una persecución que terminara en una colonia popular del norte de la ciudad jarocha donde el capo fue detenido.
Entonces, solo entonces, el góber y su escolta, Alejandro Montano, supieron de la vecindad peligrosa que habían tenido como si una pesadilla para ellos, un cuento de hadas para el capo, llegara a su fin…

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